jueves, 3 de julio de 2014

Dia 03: Parets del Vallés, Nimes, Arlés, Monaco, Cogoleto (833 kms.)

Después de desayunar y despedirnos de Mayte y Javier Jr. pusimos rumbo a la Junquera en la frontera con Francia. Era, pensándolo bien, el inicio real del viaje. Como quien dice, hasta ahora habíamos sido "cascarones de huevo". Habíamos ido de casa en casa siendo atendidos por todos a cuerpo de rey. ...Y que conste que en Alemania ya se habían ofrecido dos sobrinos a acogernos  convenientemente. Gracias Carmen y Martín.

Cruzamos la frontera con cierto recelo porque nos habían advertido que en esa zona de Francia los vientos laterales eran terribles. Quien ha montado en moto en esas condiciones sabe lo peligroso que puede llegar a ser. Afortunadamente el viento no aparecía por ningún lado. Lo único que hacíamos eran kilómetros y pagar peajes. ¡Joder con los franceses!¡a ver si aprenden de los alemanes!. Los destinos a visitar en Francia eran las plazas de toros de Nimes y Arlés. ¿Por qué?. Pues es una historia entrañable. Yo tenía unos tíos a los que ya de mayores les gustaba mucho que fuera por su casa a hacerles arreglillos. Eran Carmen y Rafael Ramirez conocido en el mundo del toro por "Porritas". Él se dedicaba al transporte de los toros de lidia. Él era el transportista exclusivo a esas plazas. Era un cordobés castizo y zalamero, y sus batallitas sobre toros, memorables. Guardo muy gratos recuerdos del relato de sus anécdotas mientras mi tía Carmen no paraba de agasajarnos. Cuando estuvimos programando las etapas del viaje y Jesús Jr. me planteaba que le gustaría mucho acercarse y recorrer el circuito de Monaco y ví que la ruta pasaba por esas dos ciudades, no pude evitar querer ofrecerle un cariñoso recuerdo a mi tío "Porritas".
Plaza de Nimes
Plaza de Arles


Así que, pasando bastante calor con la ropa de motorista, visitamos las dos plazas de toros distantes 30 kms entre sí. Tienen la particularidad de que fueron dos coliseos romanos, y que hoy día se encuentran en bastante buen estado. Nos sorprendió lo que, fugazmente, pudimos ver del casco antiguo de Arlés.
Después de comer nos dirigimos hacia Montecarlo.
Llevabamos mecanizados los POIS en el tomtom para que el GPS nos fuera indicando por donde teníamos que ir. Pero cuando llegamos allí no hacia falta tomtom. Jesús se sabía las curvas mejor que "el" Lobato. Es impresionante la subida después de meta. Los pianos, la línea de meta, las líneas de salida de los coches siguen allí. Sólo tuvimos un problema. Y es que no pudimos hacer la curva del casino. En ese momento los magnates estaban doblándose en el cinco y pegando fichazos en la mesa mientras le pedían un medio de "el Gallo" a Paco el de la taberna. Tenían la plaza llena de Ferraris, Bugattis y todo lo que termina atti, pero nosotros no teníamos "glamú" para pasar por allí con Caldera. Asi que un atento policía nos diseñó  rápidamente una chicane para no hacer la curva del Casino.
Después de darle tres vueltas al circuito y mejorar nuestros tiempos nos hartamos de rozar estriberas y nos dirigimos hacia el fin de etapa.

Jesús en Loebs

Quedamos impresionados de la orografía de la costa azul italiana y de las obras faraónicas que allí se han hecho para construir una autovía en aquel lugar. Túnel, viaducto, túnel, viaducto...
Impresionantes la naturaleza y la mano del hombre.
Cuando nos acercábamos a Cogoleto era casi de noche. El cansancio iba apareciendo aunque el programa se había cumplido. Dejamos que el "tontorron" nos llevara al camping que teníamos planeado. Nos metió por una carretera que cada vez se empinaba y estrechaba más. A mi lo que me extrañaba era que no veíamos ningún cartel del dichoso camping. Llegó un momento en el que tuve que desistir: una rampa del 20% de 2.50 de ancho y Caldera que es como el portaaviones Nimitz.
Gracias a un pequeño ensanche en la maleza y con la ayuda de los dos pudimos dar la vuelta a Caldera. Cuando por fin dimos la vuelta el tom tom nos indicó otro camino. ¡Canalla!¿no lo podías haber hecho antes!.
Llegamos al camping y ahora tocaba montar la tienda por primera vez, inflar el colchon con el "maquinillo", ducharse, cenar...y cansados como estábamos.¡Un poema!.
Tengo que confesar que el "maquinillo" era muy cómodo para inflar el colchón pero hacía un ruido infernal. Nos dimos cuenta que sólo se podía usar en horas prudentes. Si llegados a un camping a cierta hora no habíamos inflado el  colchón, teníamos que contar con que ibamos a dormir en la hierba o lo que tuvieramos debajo de la tienda para no despertar a los vecinos de acampada.
No estaba yo para muchas bromas cuando hacemos amago de meternos en la tienda y una señorita animadora para niños comienza a hacer juegos con los hijos de los campistas por la megafonía del camping. Yo juraba en arameo, y cuanto más juraba, más animo le echaba la animadora.
Tú imagina que son pasadas las once de la noche y cuando intentas dormir te ponen al lado un altavoz con canciones de Enrique y Ana...
...¡Lo que yo soltaba por esa boquita!
Llegada al camping de Cogoleto
Acampada nocturna

Creo que serían las doce cuando la animadora decidió callarse y se hizo el silencio. Por fin pudimos dormir.
Pero cuando ya llevábamos un buen rato durmiendo, ¿qué pasó entonces?, que todo el aire que no había soplado durante el día embistió a partir de ese momento. Yo creí que estábamos durmiendo con Pepe Pótamo y su terrorífico "hipogritohuracanado". Volaron las toallas y lo que habíamos dejado encima de la moto. Si la tienda no voló fue porque nosotros estábamos dentro.
Total horas de sueño=3, y encima agradecidos por no haber tenido que conducir durante el día con semejante vendaval.
Hoy habíamos conseguido pasar por cuatro países, pero con el sueño que yo arrastraba haría que el día siguiente fuese muy duro.
Continuará...



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