sábado, 12 de julio de 2014

Día 12: Trondheim, Rena , Puerto de Oslo (515 kms.)



Son las cuatro de la mañana y gruesas gotas de lluvia empiezan a aporrear el doble techo de la tienda de campaña. Es la primera vez en este viaje que nos llueve estando acampados. ¡Veremos a ver como responde la tienda!. A los cinco minutos para de llover. Quizás haya sido una nube pasajera. El silencio en el camping es completo. El sueño me vuelve a recoger.

¡Buenos días!. Es sábado y estamos desayunando al aire libre en Trondheim, preparándonos para un nuevo día de ruta.

Mientras desayunamos intentamos planificar la ruta que haremos hoy. Barajamos dos posibilidades. Ir a Kristiansand, ruta larga, o a Oslo, ruta corta. Con el Internet del teléfono consultamos los horarios de los ferrys de esos dos puertos. Tenemos que ver cual de ellos nos combina mejor según la hora de salida de los ferrys y la hora a la que llegaremos a esos puntos en función de la distancia que hay de ellos a Trondheim.
A Oslo tenemos 500 Km. y a Kristiansand 815. Son 315 Km. de diferencia. Jesús es partidario de la opción “corta” y así descansar un poco más en el barco. De todas formas Oslo nos pilla de paso. Si no sale bien la combinación de Oslo, sólo tenemos que volvernos a plantar los cascos y continuar el camino hacia el sur.
Anoche ya empezamos a tejer “el engaño” a nuestras parientas. Vanesa es muy perspicaz y le hace a Jesús muchas preguntas por “guasap”, Marga sin embargo no pregunta tanto, pero sí está un poco mosca por las pocas conexiones que tengo con ella. Siempre está preguntándose: ¿dónde estarán estos niños?, ¡hay que ver que poco se conectan!. Ayer, según el plan, teníamos que hacer noche en Mo i Rana. Les contamos lo bonito que había sido Tromso. ¡Y no lo habíamos pisado!. Todo lo que teníamos previsto visitar en Noruega nos lo íbamos a tener que inventar.
Antes de salir de España yo había contratado un bono de Internet de 150 MB. El día 9 ya estaban fulminados los 150 MB. A partir de entonces las conexiones iban a ser mucho más caras. Por ello, ya usábamos el Internet para lo imprescindible: buscar información, consultar mapas y distancias y conexiones de guasap “sólo texto”. Esto también me servía de excusa para explicar por qué me conectaba tan poco. Sea como fuere, nuestras señoras estaban con la mosca detrás de la oreja.
Con todo ello salimos hacia Oslo. El tiempo, como siempre, bueno, demasiado bueno. Hoy de dos repostajes nos plantaríamos en nuestro primer destino previsto y no sería necesario parar a hacer compra. Nos quedaba suficiente del día anterior.
El día pasaba tranquilo, sin sobresaltos, disfrutando de la carretera, la compañía paterno-filial, de la moto, de todo…
Camino de Oslo









¡Estructura de madera!
 Lo único destacable fue que nos dimos cuenta de que el camino de Oslo no era el mejor camino para bajar a Oslo. Hay dos rutas posibles y el tomtom escogió la ruta principal. Como a 60 Km. antes de llegar a Oslo todo estaba en obras. Jesús se quejaba de que siempre que había atascos u obras le tocaba la conducción a él. Barajar a Caldera a poca velocidad y tan cargados es un tanto penoso. Yo, sin embargo, debido a mi ex-profesión  de topógrafo de obra civil, empecé a disfrutar de este tramo de carretera como un enano. Ha sido una de las obras más impresionantes que he visto en mi vida.
Noruega es un país largo, muy largo. Hay una vía principal que lo atraviesa de Sur a Norte, la E6. Es una carretera del tipo de las nacionales españolas: 2 Carriles de 3.5 metros y arcenes de 1.5 metros. Sólo a las afueras de Trondheim estaba desdoblada, y como es lógico, también van desdoblando por tramos desde Oslo hacia el norte. El tramo de obra por el que pasamos consistía en el desdoblamiento de la citada carretera y paralelo a ella, un tramo de vía de tren de alta velocidad. El despliegue de maquinaria de obras públicas era impresionante. Como era sábado todo estaba parado, pero cada dos o tres kilómetros nos encontrábamos auténticos regimientos de retroexcavadoras y sus dumpers, rulos, cubas y bulldozers correspondientes. Todos perfectamente aparcados al borde de las explanaciones en rigurosa formación como si de un desfile militar se tratase. Los taludes, tanto de desmonte como de terraplén, acabados con una calidad exquisita. Los remates de arquetas y obras de fábrica ejecutados al milímetro. Perfecto balizamiento de todos y cada uno de los tajos. ¡Qué gustazo de obra!. Creo que por estas latitudes si tienen perfectamente asimilado la función de los Planes de Aseguramiento de la Calidad. Esta es la única manera de que las obras permanezcan en perfectas condiciones durante toda su vida útil prevista.
Lamentablemente ese espíritu de “hacer siempre las cosas bien” nunca lo he llegado a percibir en las obras en las que he participado en mi país, y siento mucho tener que decirlo. Por más Planes de Calidad y Prevención que se intentase imponer, muchas veces se hacían las cosas con improvisación y con prisa, malgastando el dinero del contribuyente, y haciéndolo todo para la foto del político de turno. Al pasar los años, las obras se deterioran prematuramente con el consiguiente gasto en conservación para el bolsillo de todos. ¡Es vergonzoso!. Parece que esto es propio de la idiosincrasia de los latinos. En estos casos quisiera ser anglosajón o nórdico. ¡Qué envidia, coño!
(…y que conste que con esto no quiero criticar el trabajo de nadie, pero hay veces que  las verdades escuecen.)
Sobre las cinco de la tarde llegamos al puerto de Oslo. Jesús se quedó vigilando la moto y yo entré a las oficinas de la naviera. En mi pobre inglés, después de interrogar a la chica del mostrador, fui informado de que no quedaban pasajes para motocicletas en el siguiente barco que zarpaba hacia Dinamarca. ¡Joder, si una moto se mete en cualquier lado!¡Qué mala suerte!. Salí al aparcamiento y se lo comente a Jesús. A él no le apetecía seguir conduciendo ese día.
Mientras yo estaba dentro de las oficinas habían llegado al aparcamiento un grupo de Harlystas ingleses que vendrían de una concentración y que serían los que tenían copadas las plazas de moto del barco. Le dije a Jesús que viniese conmigo a ver si con su inglés se enteraba de algo más. Les dijimos a los de las motos que le echasen un vistazo a Caldera. Cuando llegamos, la chica del mostrador no era la misma. Preguntamos de nuevo si había pasajes para nosotros y una moto en el barco que salía a las 7 de la tarde. Nos dijo que ella desde allí no lo podía saber y que nos dirigiésemos a las casetillas que había en el aparcamiento de embarque. Allí nos lo podrían decir con exactitud, vendernos los billetes y hacernos el check-in. Nos sorprendió la información contradictoria que nos habían dado. Antes, que no había billetes, ahora, que no nos lo podían decir. Al final un simpático chico chileno nos ayudó haciendo de intérprete. Yo tenía ya tal cacao de idiomas, que él me estaba hablando en perfecto castellano y yo estaba pensando ¡vaya noruego hablando español! ¡claro!,¡si era chileno!. Nos despedimos de él quedándole muy agradecidos y dirigiéndonos hacia las casetas de embarque.
Estábamos allí los primeros. Los de las Harleys siguieron en los aparcamientos externos con su charla. En las ventanillas nos dijeron que no había ningún problema para embarcar con la moto. ¡Vaya hombre!¡antes que no, después que no lo sé, y ahora que sí! ¡a la tercera va la vencida!.
La idea era sacar billetes para viajar en butacas, pero nos dijeron que como era un crucero nocturno teníamos que sacar billete para camarote. ¡Pues nada! ¡Viajaremos acostados!
- El pasaje de dos personas y la motocicleta son 115€, y…¿qué tipo de camarote quieren ustedes?
Jesús me miró sospechando la respuesta, pero lo confirmó mirándome a los ojos…
-El más barato…
-100€ más…
En este viaje estamos intentando aquilatar el gasto hasta cierto punto pero no hemos echado de menos ningún lujo. ¡Hasta nos hemos tomado nuestros "polos" en el repostaje de la tarde!. Lo que sí tenemos claro y es una frase que siempre tenemos presente es: ¡Más cuesta un entierro y se pasa peor!
-¡Palante!
Lo habíamos conseguido. Seríamos la primera moto en embarcar. Si aquel “paquebote” se llenaba de motos, la que se iba a quedar en tierra era una de aquellas motos de los hijos de la Gran Bretaña.

Los primeros para embarcar
...bajo un sol de justicia..
 Nos pasamos casi hora y medía al sol en la explanada de embarque. No era un sol tan intenso como en Andalucía. Nos habríamos derretido. Pero llegaba un momento que resultaba molesto. Terminamos por protegernos a la sombra de una gran roulotte que teníamos al lado.
Por fin llegó el barco que nos debía llevar a la Europa no escandinava. Entró de popa al embarcadero. La popa estaba presidida por una gran bandera pirata.
Nuestro barco entrando a puerto, el Stena Saga
en la popa ondeaba la bandera pirata
 Pronto bajaron las compuertas de las bodegas y el barco empezó a vomitar coches, motos y camiones. ¡Cuantos chismes pueden llegar a caber ahí!. Cuando terminaron de salir todos los vehículos, comenzó la febril tarea de descargar y cargar trailers sin cabeza tractora. Los movían unas máquinas portuarias especiales. Los conductores tenían una habilidad descomunal. Dejaban los grandes remolques a milímetros del casco del barco y unos de otros. Si a la primera maniobra no quedaban a su gusto, lo volvían a intentar y entre remolque y remolque no era capaz de pasar una persona de canto. Fue un rato muy entretenido. ¿A qué me recuerda ésto del día en el que embarcamos camino de Trelleborg?. Hoy no importaba que me entretuviese, hoy teníamos la cama asegurada.
Cuando terminó la tarea de embarque de trailers, nos dieron paso a las bicicletas y a las motos. Entramos en las bodegas, y en esta ocasión sí, los estibadores estibaron nuestras motos. A cada moto le ponían un adminículo en el suelo que multiplicaba la estabilidad de la moto sobre la pata de cabra para el caso de que hubiese una travesía con mala mar. Para estacionarla había que entrar marcha atrás sobre el “chisme”. Luego le echaban una cincha a la rueda trasera que solidarizaba el conjunto “chisme”-moto.
-Caldera, ¡buenas noches y buena travesía!.
...estibando los "amotos". Caldera, la más guapa de todas.
Caldera, ¡a descansar!
Cargados de bártulos subimos tres cubiertas hasta llegar a la de nuestro camarote. La llave del camarote era el propio ticket de embarque. ¡Por poco me vuelvo loco buscando a una azafata para que me diese la llave!. ¡Tela con las tecnologías!.
Como habíamos sacado billete para el camarote más económico, éste era interior y no tenía ojo de buey con vistas al mar. Tenía un sistema de ventilación-acondicionamiento tan potente que hacía frío dentro. El camarote era de dos literas. Era pequeñito y agradable a la vez. Todo estaba tan limpio como la ropa de la cama. Perfecto.
el camarote de los hermanos Marx, pero muy confortable
Ordenamos nuestras pertenencias y las ropas de moto. Nos duchamos y  fuimos a recorrer el barco. Estábamos en la cubierta superior haciéndonos fotos junto a la bandera pirata cuando empezaron las maniobras de desamarre del crucero.
alrededores del puerto de Oslo
 

Levando compuertas
Soltando amarras, ¡más madera!...
un pequeño polizón
...Bajel pirata que llaman por su bravura "el Temido"...
Las vistas sobre Oslo y la bahía eran espectaculares. El cielo y la luz del sol engalanaban la tarde. El barco fue saliendo del puerto. Despacio, surcaba la bahía acompañado de bandadas de gaviotas. La brisa marina acariciaba nuestra piel, libre por fin de la permanente armadura motera. Los barcos de recreo parecían barquitos de papel al lado de aquel coloso de acero.






Una vez recorrido el barco, optamos por lo que más nos atraía: habría dos actuaciones musicales en la cubierta superior.
Un reno para Vanesa..

Las pilas alcalinas que dan alaaas.
Cogimos una mesa pertrechados de un petate de panchitos, una coca cola y un cervezón. Todo era perfecto. ¡Mejor, imposible!
¡Felicidad completa!
Al principio actuó un solista que agradó mucho a Cilindros. El segundo lugar le tocó a un trío, cuya vocalista tenía una voz muy sugerente y llena de matices. Estábamos echando un rato tan agradable como inesperado. Pensamos que estaban muy bien empleados los euros del pasaje. Estábamos desconectando un rato de la carretera, descansando y disfrutando de lo lindo. Caldera se había merecido el descanso de avanzar 400 kms sin dar una sola vuelta de cigüeñal.


En estas intermedias, enviamos por “guasap” un “selfie” de los dos navegantes a los “Serdoh Ibericoh”. Nosotros estábamos contando que visitábamos un glaciar, pero Fernando J. se dio cuenta enseguida que en una esquina de la foto aparecía el pie de una mesa soldada al suelo.
el "selfie delatador"

La exclamación del lobo de mar no se hizo esperar:
-¡Mamones! ¡Vosotros estáis en un barco!
- Jesús, éstos nos ha cazado…
Nos hicimos los “longuis” e hicimos mutis por el barco y, como hacía ya fresco en cubierta, bajamos al restaurante. Consensuamos el menú: Compartir una pizza Mexicali. Estaba algo picante pero buena.
Pizza "a panchas"
 Fuimos al salón de juego del barco. En varias televisiones podíamos ver el partido que dirimía quien quedaba tercero del mundial: Holanda o Brasil. ¡Toma Neymar! Vimos el primer tiempo, pero como no nos jugábamos nada en aquel partido y queríamos aprovechar el descanso en camas convencionales, descendimos hacia el camarote. Al salir del salón de juego nos quedamos viendo una partida de black jack que se estaba celebrando. Ver a la gente jugándose el dinero nos resultó algo “extraño” y llamó nuestra atención durante un buen rato.
Entrando en el camarote mi interés se centró en ver qué nivel del ruido de la maquinaria del barco llegaba a los camarotes: ¡ninguno!. Allí se podía dormir perfectamente.
Antes de dormir, escribiendo todo para el blog
Las señales de los mosquitos eran patentes...

Vestidos por suaves sábanas blancas nos deseamos buenas noches.

Esta noche avanzaríamos 400 Km. sin tener que vencer al sueño. Nos dejaríamos derrotar por él y que un barco pirata nos llevara a Dinamarca por la ruta del mar.

5 comentarios:

  1. Otro día maravilloso.
    Sr. Iznogud su prosa crece conforme avanzan los días.
    Esperamos la siguiente entrega.
    Enhorabuena.

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    1. Muchísimas gracias, ferviente seguidor.
      El escribir esto es como si estuviera repitiendo el viaje. Llevo dos meses subiendo a Nordkapp. ;-)

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  2. Jajaja, muchas veces se disfruta mas contando las cosas que haciéndolas (no es este el caso).

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  3. Me reitero, la próxima vez me llevas, ilustre operario.

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    1. Si subiera a cabo norte con vosotros dos... ¡Sería la leche!
      Bailar sevillanas en la 71 10 21 no debe tener parangón. ;-P

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